Association Jean Seignalet

Las preguntas más frecuentes

 

Las respuestas del doctor Seignalet a las preguntas más frecuentes sobre su dieta se detallan a continuación.

 

1) ¿Eliminar la leche animal no provoca una carencia de calcio y, en consecuencia, osteoporosis?

 

Estos dos problemas obsesionan a mucha gente, porque la televisión y la mayoría de los médicos repiten que la solidez de los huesos depende del contenido de calcio y que sólo la ingesta diaria de productos lácteos puede aportar la cantidad suficiente de calcio. En cambio, yo rechazo de plano ambas afirmaciones. La osteoporosis no es la consecuencia de la fragilidad de los huesos, debida a una carencia de calcio, sino a una disfunción de la remodelación ósea. A lo largo de la vida, el tejido óseo se renueva. Los osteoclastos lo destruyen y los osteoblastos lo reconstruyen. En condiciones normales, la destrucción y la formación de los huesos están perfectamente equilibradas. En algunas personas y, en particular, en un porcentaje importante de mujeres durante la menopausia, la destrucción es superior a la formación. Puede que los osteoblastos, en los que se han acumulado sustancias tóxicas, disminuyan su actividad. Puede que los osteoclastos, estimulados por la presencia de las moléculas de los "desechos" en el tejido óseo, aumenten su actividad. O bien, la causa pueden ser los dos factores a la vez. En la osteoporosis, lo que desaparece no es el calcio sino el hueso en conjunto. 
Esta es la razón por la cual suministrar dosis elevadas de calcio, al revés de lo que opina mucha gente, no logra contrarrestar la osteoporosis. 
El calcio no puede fijarse en un entramado proteico que ya no existe. Los únicos productos medicinales que demostraron ejercer un efecto positivo son los estrógenos y los bifosfonatos, que son inhibidores de los osteoclastos. 

En cambio, cuando a la dieta hipotóxica, que carece de productos lácteos, se le añaden magnesio y sílice, en 70 casos de cada 100 se logra bloquear la evolución de la osteoporosis y hasta se consigue reconquistar el terreno perdido. 
Sin duda, la razón de ello estriba en que la dieta Seignalet elimina las sustancias tóxicas acumuladas en los osteoblastos, que son los que dirigen la batuta en la remodelación ósea. Para despejar cualquier duda, recordemos que la osteoporosis no afecta a los animales salvajes, por más que los desteten tempranamente. 
El cambio de alimentación disminuye, no aumenta, el riesgo de osteoporosis.

Por tanto, el peligro de padecer una carencia de calcio es engañoso. La leche de vaca es muy rica en calcio, indudablemente. Pero, en el tubo digestivo del ser humano, la inmensa mayoría de dicho calcio precipita en forma de fosfato cálcico y se elimina a través de la materia fecal. Sólo se absorbe una pequeña parte. Los vegetales suministran calcio asimilable más que suficiente: legumbres secas, verdura hervida, hortalizas frescas, frutos secos y fruta fresca. El calcio es un mineral que abunda en el suelo. Lo absorben las raíces de las plantas. 
Por último, eliminar los productos lácteos no provoca
ningún tipo de carencia de calcio. Fradin (1991) lo constató al igual que yo.

 

2) ¿Cuánto tiempo tarda en entrar en acción el cambio de alimentación?

 

El tiempo que hay que esperar para percibir los primeros beneficios evidentes varía de caso en caso. Hay personas que mejoran al cabo de 15 días, mientras que otros tienen que esperar 2 años. 
Por esta razón, hay que seguir la dieta original durante 2 años como mínimo. Sin embargo, 
en el 90 % de los casos, los efectos positivos se perciben rápidamente, al cabo de 3 meses.

 

3) ¿Además de ser preventiva y curativa, la dieta original tiene efectos colaterales a corto y mediano plazo?

 

La gran mayoría de los voluntarios tolera fácilmente el cambio de alimentación. En una pequeña minoría pueden presentarse uno o varios de los siguientes efectos: cansancio, diarrea moderada, dolores musculares intermitentes, dolores de cabeza no habituales, nariz que gotea o caspa.

Estos trastornos leves son la expresión del proceso de eliminación. Comiendo de la manera "moderna", el cuerpo del paciente ha acumulado numerosos desechos. Comiendo "a la antigua", se desembaraza de los mismos. Es raro que estos fenómenos duren más de unas semanas. A largo plazo, la mayoría experimenta una sensación de bienestar y la impresión de que el cuerpo y el cerebro están “limpios”.

 

4) ¿Qué pasa cuando nos saltamos la dieta?

 

Recordemos que mi método no cura la enfermedad. Provoca un estado de remisión. Dicha remisión es análoga a la curación, siempre y cuando el paciente aplique las prescripciones dietéticas. Pero el organismo siempre tiene uno o varios puntos débiles. 
Dejar de seguir la dieta ancestral, da pie a una recaída en un plazo más o menos largo. El organismo soporta más o menos bien que nos saltemos la dieta, según la persona y las enfermedades que padezca. Pero, en general, las consecuencias son malas: reaparecen uno o varios síntomas de la enfermedad. 

Este “precio que hay que pagar” es una especie de “guardarraíl” que impulsa al paciente a volver a la buena senda. 
Cuando seguimos la dieta en un 90 %, los beneficios bajan hasta el 50 % en promedio.

 

 

5) ¿Cuáles son las causas de fracaso?

 

La dieta ancestral, con frecuencia, obtiene éxitos considerables. No obstante, puede suceder que fracase por completo. El porcentaje de personas que no responden a la misma varía en función de las enfermedades. Oscila entre el 45 %, en el caso de la poliatrititis reumatoide en el varón y el 2% en el caso del asma o la enfermedad de Crohn. Antes de empezar, es imposible prever quién responderá o no a la dieta. Ningún tratamiento cura al 100 % de los pacientes, en ninguna patología dada. La nutriterapia no es la excepción a la regla. Pero ello no nos sorprende porque los parámetros que influyen en el éxito o el fracaso de un tratamiento son numerosos y cada parámetro varía de caso en caso.

Para explicar los fracasos, puedo apuntar tres supuestos principales: 
* La mucosa del intestino delgado no logra volver a las condiciones normales y sigue siendo permeable. Esta es, sin duda, la causamás frecuente. 
* La dieta no se sigue durante un periodo lo suficientemente prolongado, porque eliminar las moléculas nocivas puede requerir más de 2 años. 
* Algunas estructuras cerebrales, que descubrimos en algunos pacientes (pocos, a decir verdad), favorecen la secreción frecuente de interferón gamma.


6) ¿Comiendo a menudo distintos tipos de carne de vaca cruda, no corremos el riesgo de contraer la enfermedad de las vacas locas?

 

La enfermedad de la vacas locas, cuyo nombre científico es encefalopatía espongiforme bovina (EEB) afectó, sobre todo, al Reino Unido. En total, provocó 221 muertes (Dormont 2003). Y, si no me equivoco, sólo 4 de las mismas se dieron en Francia. Desde luego, no estoy diciendo que 4 muertes sean pocas. Pero los datos demuestran que el riesgo de contraer la EEB es muy bajo. El prión, probable agente patógeno que causa la EEB, no se transmite fácilmente del bovino al ser humano. Pues la barrera entre las especies es difícil de franquear. Por otro lado, las medidas prescritas para erradicar la EEB han dado buenos resultados. Aunque aún no podamos afirmarlo con una seguridad absoluta, al parecer, la enfermedad está en vías de extinción. Según mi parecer, la carne cocida o asada, que favorece el desarrollo del cáncer o la arterioesclerosis, tiene mucho que ver con el fallecimiento de 300.000 franceses por año. Por consiguiente, es preferible comer carne cruda. Por otro lado, la cocción de la carne de vaca no elimina por completo el riesgo del prión, ya que este se destruye sólo cuando se lo somete a una temperatura superior a los 136°C, durante 18 minutos. 
Por último, bien es verdad que
el peligro de contraer la EEB en Francia no es inexistente, pero es mínimo realmente.

 

7) ¿Consumir carne y pescado seguido no aumenta considerablemente el riesgo de parasitosis?

 

A veces se encuentran parásitos en la carne (tenia y triquina) y en el pescado (anisakis). La cocción prolongada, a una temperatura elevada, los elimina. Por tanto, a priori, uno podría imaginar que las personas que siguen la dieta hipotóxica pueden tener problemas. Pero no es así. Los pocos casos de parasitosis que detecté concernían a pacientes que todavía no habían comenzado a aplicar mi método y que comían según los cánones "modernos". 

Entre las 2500 personas que aplicaron mis prescripciones dietéticas, en un lapso de 1 a 5 años, no registramos incidencia alguna. Al mejorar las paredes y el contenido del tubo digestivo, gracias a una nutrición lógica, es como si ese hábitat se volviera insoportable para los parásitos.

Sin embargo, yo tomo algunas medidas de precaución sistemáticamente contra la Fasciola hepática y la triquina que son raras en Francia pero peligrosas. En lo tocante a la Fasciola hepática, hay que descartar por completo la variedad salvaje y no controlada del berro, el diente de león y la valeriana. Respecto de la triquina, hay que comprar carne de caballo y de cerdo de buena calidad, en comercios de toda confianza.

 

8) Si la leche animal y los cereales mutados son peligrosos, ¿cómo tenemos que alimentar a los niños?

 

Los bebés tendrían que tomar leche materna hasta los 6 meses de edad o, mejor aún, hasta el año. A partir de los 6 meses, habría que empezar a darles progresivamente una alimentación análoga a la del adulto, con las adaptaciones necesarias (batidos, leche vegetal de almendras o de soja, por ejemplo).

Los niños que se alimentan así son menos gordos y más tónicos que los demás. Desarrollan una resistencia más elevada a las infecciones ORL, que son tan comunes en las guarderías y los jardines de infancia. A menudo, tienen un buen nivel de inteligencia (Anderson y colaboradores 1999), porque las ginolactosas y el ácido gamma linolénico, que se encuentra en la leche materna pero no en la leche de vaca, favorece un buen desarrollo cerebral.

 

9) ¿A nivel terapéutico, la dieta hipotóxica es tan eficaz en el niño como en el adulto?

 

Habida cuenta de que las enfermedades de acumulación, salvo raras excepciones, se dan sólo en el adulto, la comparación se limita a dos grandes cuadros patológicos. En el caso de las enfermedades de eliminación, el porcentaje de éxitos es idéntico a todas las edades. En el caso de las enfermedades autoinmunes, las posibilidades de curación son considerablemente menores en el niño. Se pasa de un 85% de media en el adulto a cerca del 50 % en el niño. Por tanto, toda dolencia autoinmune declarada en la infancia tendrá un pronóstico reservado.

 

10) ¿La dieta original es compatible con una vida social?

 

Esta pregunta se ha de analizar desde distintos puntos de vista: 
a) En casa, es evidente que al paciente le resulta más fácil cuando todos los miembros de la familia adoptan esta alimentación.O, por lo menos, silos alientan.

Las cosas se complican cuando los familiares o (a veces) el médico de cabecera son hostiles a la dieta. Así y todo, hay que mantenerse firmes. 

b) Comer en el restaurante, conlleva dificultades que varían en función del establecimiento.
En general, el gran número de entremeses, primeros platos, platos principales y postres permite seguir la dieta. En los comedores de las empresas, las opciones son menores. Conviene consumir sólo los productos autorizados. Para completar el menú, uno puede llevarse de casa fiambres crudos, fruta fresca, frutos secos y chocolate negro.


c) Cuando los amigos nos invitan a comer, tenemos que pedirles a nuestros anfitriones que no usen productos lácteos ni cereales mutados. Es posible saltarse la regla de la cocción, a condición de que no se repita más de una vez al mes. Sin avergonzarse, hay que explicarles a los amigos las reglas de la alimentación lógica, que aplica cada vez más gente y que ellos mismos pueden adoptar un día. 

d) Por lo que atañe al placer del paladar, la dieta hipotóxica es perfectamente compatible con la alta gastronomía. Los únicos productos que el sibarita tiene que rechazar, a decir verdad, son los quesos.

 

11) ¿La dieta ancestral hace adelgazar sistemáticamente? ¿Si tal es así, en qué medida?

 

El impacto del cambio de alimentación en el peso de las personas varía. Según mi experiencia: un 2 % engorda, un 20 % sigue delgado y el 78 % adelgaza. 
En la grande mayoría de los casos, la pérdida de peso no es preocupante. Y, con frecuencia, permite eliminar los kilos demás. El proceso es bastante lento: de 1 kilo a 2 por mes. Después de perder 6 o 7 kilos, el peso se estabiliza y, a menudo, aumenta un poco a largo plazo. 
En un caso de cada cien, el adelgazamiento es severo. Más frecuentemente, afecta a las personas que empiezan la dieta pesando poco. Cuando es muy rápido y marcado, conviene interrumpir durante unas semanas
. Luego se reanudará gradualmente. Primero, se excluye la leche animal; luego los cereales mutados y, por último, las sustancias excesivamente cocinadas.

 

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